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Desvíos y Desviarios del Analista
Desvíos y Desvaríos del Analista
Punto de inicio de este escrito es una frase que extraigo a modo de cita. Dice Freud en Tótem y Tabú:
“si esclareciéramos el tabú, acaso arrojaríamos luz sobre el oscuro origen de nuestro propio imperativo categórico.”[1]
Perla que extraigo de ese monumental e insistente deseo de Freud, allí donde intenta ubicar algo de la prohibición en la cultura. Perla que a su vez extrae de mí, una pregunta, que a modo de punto ciego y en función de analista me estaba obturada, haciéndola jugar yo misma en la clínica que practico, mi propio desvió, que se convierte en acierto, si es que lo hubiese, una vez dicho.
Este, es un modo de encuentro con la condición lacaniana que declara que no hay otra resistencia más que la del analista[2], implicándolo a este y al saber supuesto de un apres-coup. De esta manera comenzara a escribirse la metáfora que intentare desandar.
Lo que intento señalar, del mejor modo que puedo, es que no solo nos habita la resistencia en el transitar de una cura, en aquellas que dirigimos; sino también en la teoría psicoanalítica, esa que leemos e intentamos despejar ; en ella, siempre hay algo que nos resiste, nos persiste y hasta nos excede.
Quiero decir, que lo que tomamos de los conceptos, tendría que ver, a mi entender, con las resonancias que las lecturas tienen en nuestros propios análisis y al mismo tiempo, y casi moebianamente podría decir, esa aprehensión conceptual está dada por los análisis que nosotros mismos, analistas, transitamos.
Es un supuesto, este, que me permite pensar que la persistencia de lo que resiste, entonces, nos habita y en algún punto es un retorno a lo que alguna vez se leyó, se escribió, se transito, para volver a subvertir lo que en algún momento fue saber y encontrar allí algo del orden de lo novedoso.
Siempre se estaría volviendo y conmoviendo lo instituido. Por lo cual ubico la resistencia, no solo como obstáculo, como síntoma del analista en relación a una práctica, sino también en relación a la teoría que, valga la redundancia, intentamos teorizar. Sitúo aquí, entonces, lo interminable de la formación del analista.
Conjeturar que siempre hay retorno en el análisis, en la lectura, me permite suponer también que hay retorno en la escritura, produciendo allí un efecto de sentido velado hasta el momento.
Es así como vuelvo a una pregunta propia que apareció en el escrito “el placer de disparatar”[3], allí el interrogante era por la importancia del tabú en la dirección de la cura con adolescentes. Cuestión que hoy se anuda a otra y que tiene que ver con un pasaje, que es de ida y vuelta, a mí entender, y que va “De la rigidez del imperativo categórico a la suavidad del subjuntivo”.[4] .
Y aquí entra en juego el equívoco, el desvarió, en el sentido más coloquial del término, si quieren, que me hace escribir sobre el desvió en la teoría al que por momentos nos vemos llevados los analistas, producto de la ceguera estructural que nos habita y que en las vueltas toricas de un análisis, en el mejor de los casos, vaciamos una y otra vez, arrojando luz a nuestra propia oscuridad imperativa.
Punto de ruptura y giro, en mi propia escritura , desvarió si se prefiere, que me permite adentrarme , ahora si , en la pregunta que hoy me interroga , el pasaje que va del imperativo categórico al subjuntivo[5], en cómo se transita , en como un analista opera con este último , no sin antes, insisto , pasar por la resistencia, esa que velaba y negaba en mi esta frase , primera , freudiana , que retorna y que dice que:
“si esclareciéramos el tabú, acaso arrojaríamos luz sobre el oscuro origen de nuestro propio imperativo categórico”.
Concepto que Freud tomara de Kant, y que se define como una obligación absoluta e incondicional, y que además ejerce su autoridad en todas las circunstancias, ya que sería autosuficiente y no necesitaría justificación externa.
Podemos incluso ir más allá y reducir aun más dicha noción y encontrarnos con lo que significa, para el filósofo, simplemente el concepto de imperativo que refiere que es: cualquier proposición que declara a una acción o inacción como necesaria.
Pienso entonces lo necesario como lo estructural, como lo que acciona y digo que la resistencia lo es, como también la lógica modal que intento desplegar.
Existe en el origen, dice Freud, un imperativo, del que solo podríamos dar cierta luminosidad, en tanto y en cuanto, podamos desenmarañar lo que tiene que ver con nuestras propias prohibiciones, con el tabú que nos habita. Y para esto, hubo mito, al cual se vuelve una y otra vez hasta poder reducir, precisamente, el imperativo a su mínima expresión.
Me remito, así, a una ficción conocida por todos, para que haya principio, hubo génesis y hubo palabra, en el lugar donde reinaba la oscuridad y las tinieblas, se hizo la luz[6]. Al principio, entonces, el verbo y la acción que conlleva.
Punto de inicio, en aquel y en este tiempo, que no es principio y que sin embargo el verbo y su operación ubican como tal, ordenando un nuevo sentido allí donde habita lo indecible, mito que se monta sobre la sustracción primera, articulando un real mudo, vacio, momento en que la palabra muerde ese trozo existente permitiendo la escritura donde antes reinaba la dispersión , el caos …y tomo a ese ex de la existencia como el extra muros ,aquello que retorna de lo reprimido, aquello que viene del olvido.
Se trata entonces de que hay imperativo sobre el cual un mito se pliega y que solo en su abertura y con alguna buena forma , con el enigma que el subjuntivo nos provee podemos abordar, echar un poco de luz ,apenas, sobre esta pretensión de mandamiento autónomo y autosuficiente capaz de regir el comportamiento humano [7]. Es por esto que me parece un pasaje de ida y vuelta este transitar por los tiempos verbales, porque en la clínica psicoanalítica, operamos desde el subjuntivo[8], creando el enigma, sobre el imperativo que indica el “no deber hacer eso” , pero para ello tiene que haber construcción, mito. Cuestión que hace Síntoma, emergiendo de lo real como escritura.
Y estos tiempos verbales que la Gramática muestra en sus modos[9], dice de lo a-gramatical , habla de lo que se escribe y de lo que[10], de aquello que es uno , porque ya ha computado el cero , volviéndose construcción, habla del tiempo mítico que en Freud es primera identificación ,[11] considerada por Lacan en su seminario nueve como inefable e indatable.[12], habla de lo que es forclusion de sentido , del nacimiento de la estructura y del nacimiento del trauma, finalmente habla del la entrada del lenguaje . Por ende, si eso habla se tratara de escuchar
Y es, escuchar en ese pliegue del relato, que es relieve, palabra poéticamente utilizada por Lacan en el seminario XXII[13] , escuchar en ese relieve, digo, lo que releva, produciendo de este modo la subversión del sentido que una interpretación produce. Siendo a través de la incertidumbre, como planteaba hace un momento, que el modo subjuntivo origina, que un analista realice su acto operando con ese tiempo verbal que planteara la debilidad, el existencial que falla.
Hablo entonces de un detrás, agujero imaginado, que se oye, en eso que se dice, fundando una verdad a partir del olvido. “Que se diga queda olvidado detrás de lo que se oye”[14] y a su vez que se inscriba permite localizar un síntoma, y como hoy ubico al analista en el centro de la cuestión, digo, el síntoma del analista que por ser sujeto seguramente atravesara.
Un punto de partida, una frase, una cita, que despierta los desvíos y los desvaríos de un analista, algunos pudiendo ser compartidos y otros que quedan en la intimidad, se escribe solo un poco, pero se escribe…
De allí la importancia que a mi entender tiene la lectura, pero principalmente es la importancia que tiene para nosotros la relectura de los textos, allí uno se topa con lo paradójico, con lo que no había leído y que sin embargo si había leído.
Y por otro lado también destaco el momento , el instante , de aquello que nos toca ,pudiendo hacer escritura con y de eso , pero no al modo imperativo , aquí si ya no se trataría de un “hay que escribir “, simplemente las letras tendrían ese costado vacuo , creador , mejor o peor , más agradable a la escucha o más torpe , no importa , en definitiva , la escritura seria para nosotros ese costado subjuntivo de la cuestión , porque lo enigmático y lo sorprendente del asunto, y esto uno ya a esta altura lo sabe, es que allí, donde un analista garabatea se topa con la escritura de su propio análisis.[15]
Gabriela Aristegui
Jornadas Internas de la E.F.L.A
Diciembre 2011
[1] Sigmund Freud , Tótem y Tabú , pagina 31 , Edición Amorrortu
[2] Jaques Lacan , “La dirección de la cura y los principios de su poder” Escritos 2
[3] “El Placer de Disparatar” , Gabriela Aristegui , Texto presentado en la mesa redonda “ADOLESCENCIA” agosto 2010
[4] Referencia a un texto de Fernanda Restivo , cuyo título es : “De la rigidez del imperativo categórico a la suavidad del subjuntivo”
[5] Esta Idea y las que se desarrollan posteriormente en este escrito, Daniel Paola las trabaja en su último libro “Inconsciente, Sentido y Forclusión”, publicado por Letra Viva.
[6] Párrafo extraído de La Biblia
[7] Definición de imperativo categórico , concepto central en la ética kantiana
[8] “Espero que digas la verdad” , presente del subjuntivo que puede referirse tanto al presente como al futuro
[9] Los modos en gramática siempre representan paradigmas flexivos. A su vez revela la actitud del hablante sobre la información suministrada. “Nueva Gramática de La lengua Española”
[10] Nueva Gramática de la Lengua Española , Manual de la Real Academia Española
[11] Erotomanía , Paranoia y Celos , Daniel Paola
[12] Paradojas Clínicas de la vida y la muerte , Silvia Amigo
[13] Seminario XXII , R.S.I
[14] L’etourdit , Jaques Lacan
[15] Mi agradecimiento a Daniel Paola y a Fernanda Restivo, cuya trasmisión inspiran en mí, la escritura.